Cuando el conjunto de
circunstancias permiten enriquecer nuestro ser, y dar lugar a que este fluya
libremente, ese es el momento que nos acerca un poco más a nuestra esencia, y aunque es cierto que las circunstancias no deberían de influir para que esto
ocurra, debemos tener en cuenta que mientras seamos esclavos de las
características de nuestra personalidad, somos esclavos de las circunstancias.
Nuestra personalidad nos dota de
las herramientas necesarias para
protegernos de las adversidades que nuestro contexto nos impone, igual que una
chaqueta nos protege del frío, el obstáculo con ello surge en el momento en que
hace temperatura adecuada para no necesitar usarla y sin embargo continuamos
con ella puesta. Esto nos esclaviza pues tememos que cuando nos la quitemos
pasaremos frío, y precisamente ese miedo a pasar frío hace que nos asemos de
calor. Es por ello que utilizo la expresión “esclavos” pues sin darnos cuenta
usamos algo que no necesitamos, de hecho llega un momento que ese algo nos usa
a nosotros de tal manera que pensamos que somos ese algo, cuando en origen
nosotros lo creamos para nuestro beneficio, y sin embargo se transforma en aquello
que en lugar de protegernos en realidad
nos oprime con el poder que nosotros le hemos dado.
En momentos puntuales es cuando
esto se vuelve más evidente, cuando nos enfrentamos a situaciones que en algún
momento de nuestra existencia nos han generado algún tipo de trauma, físico,
psicológico o emocional. Y se repite la historia, volvemos a enfrentarnos a
nuestros miedos, vuelve a aparecer la emoción que se generó en una situación
determinada, apareciendo de nuevo las reacciones físicas y mentales que se
desencadenaron en su origen. Nuestra personalidad se pone en funcionamiento y
nos repetimos innumerables veces que: “ y que puedo hacer, si yo soy así” o “
que remedio si siempre es lo mismo y me afecta igual”. Y es cuando la diferencia
se establece, es ese el momento en el que podemos seguir reafirmando y
consolidando nuestros rasgos de personalidad o decidir modificarlos.
La vida nos ofrece otra
oportunidad, la vida nos da la oportunidad de liberarnos de esos miedos (de
quitarnos la chaqueta y dejar de pasar calor, por el miedo a pasar frío), y en
nuestras manos está el hacer que desaparezcan o permitir que se vuelvan más
poderosos. En otras palabras, en nosotros está el poder de quitarnos la
chaqueta o colocarnos una más gruesa, con más capas y que nos oprima un poco más.
Claro, generalmente en este caso
la respuesta que surge en nuestra cabeza suele ser: “claro, pero como lo hago”,
“sí, es fácil decirlo, pero hacerlo…, ya es otra cosa”, pues bien la vida te da
las herramientas, las tienes ahí pero normalmente no las usas, solo tienes que guardar un poco de
silencio, y la respuesta surge, solo tienes que conectar con el AMOR que se
emana desde tu corazón y la SABIDURÍA
aparece, y en ese momento te das cuenta que tienes el PODER de cambiar
las cosas, y decides hacerlo. Ese momento es en el que de repente te das cuenta
de que las ataduras al pasado, eras tú el que las mantenías ancladas, y que con un simple gesto de
aflojar y dejar fluir se desprenden de manera natural.
Yo ayer tuve la oportunidad de
disfrutar de una de estas oportunidades, las circunstancias que rodearon esta
liberación me las volvía a dar aquello que me apasiona, el AIKIDO, momentáneamente
encaré parte de mi pasado, durante
aproximadamente 3 horas tuve la oportunidad de observarme, mirar hacia dentro y
descubrir mi evolución, descubrir que durante la última etapa de mi vida había
conseguido quitarme diferentes chaquetas, que AHORA no estaba tan oprimido, y
que aún quedaban algunas que quitar. Descubrí con alegría que el camino andado
había merecido la pena, y me animaba a continuar andando, disfrutando y
evolucionando para tener la oportunidad en algún momento, que intuyo no está
muy lejano, de liberarme de toda aquella ropa que no necesito en este viaje,
para poder colocar en cada momento la que necesite.
Por supuesto descubrí lo más
importante, y es que este camino no lo había andado solo, que muchos seres lo
habían compartido y a veces sufrido conmigo. Es por ello que a todos ellos
querría agradecer su paciencia, su respeto, su comprensión y el AMOR
desplegado. Gracias a todos mis compañeros del musubi, a todos los practicantes
con los que he tenido la oportunidad de practicar, gracias a mis alumnos por
las lecciones que he recibido de ellos y los aprendizajes recibidos, gracias a Lydia
por soportar todo lo soportado, y acompañarme en este camino que he decidido
seguir, con respeto y resignación, y por supuesto a todos aquellos que me
habéis apoyado, animado y acompañado en este proceso. Por último y por supuesto
con una mención especial por su dedicación, entrega, apoyo, conocimiento y
sabiduría, Gracias Chen, Domo Arigato Gozai Mashita Luis. Este 3er
Dan conseguido es obra de todos, estoy seguro que el Universo os recompensará
por el servicio prestado y el Amor compartido. Gracias