"[...] En el arte la repetición continua de los gestos técnicos es el medio de progresión que lleva hacia hacia la perfección buscada. [...] Como en las artes marciales, está presente en cada forma del arte tradicional japonés. En un arreglo floral, en la ceremonia del té, en un jardín en miniatura, en una pintura o caligrafía, etc., en el momento de mayor perfección, el hombre se adapta al ritmo del universo que,según el pensamiento búdico, está presente tanto en él como en todas las cosas.
¡Es el kami-waza! (literalmente, "técnica", waza, "del Dios", kami): actualmente esta expresión todavía designa, en arte japonés, una técnica que parece perfecta o que se halla en la cúspide. El hecho de poder asociar las dos palabras dios y técnica es significativo de la concepción japonesa del hombre técnico. La línea divisoria se sitúa entre la concepción de la técnica objetivada y otra en que la técnica es inseparable del hombre que la pone en acto (waza).
A la noción de técnica objetivada, corresponde el término gi-jutsu, que se acuñó hacia finales del pasado siglo para traducir la noción occidental, y que sirve para designar la técnica en la producción industrial (el término ortografiado jutsu es el mismo que , con una deformación de pronunciación, se fijó en nuestra lengua con la forma jitsu en jiu-jitsu). La concepción occidental de la técnica la subordina bien al arte, bien a la ciencia. La técnica es un medio. La escisión entre técnica y ciencia se desarrolló con la división del trabajo en el sistema de producción capitalista. La relación entre el ámbito de las ideas (el de la razón, el de la ciencia) y el ámbito técnico (proceso de realización, función del cuerpo) ya no parece inmediato o dado, sino que es objeto de una mediación y debe constituirse de forma constante.[...]
Waza, más antigua, desgina la técnica en el ámbito de las artes. Según el Kokugo-dai-jiten (99), el término waza significa el gesto o acto que tiene un significado profundo o que se realiza con una intención considerable; el acto de hacer algo a sabiendas; el acto o ceremonia búdica; el acto que tiene un objetivo preciso y que se ha vuelto normal; el trabajo, el deber, la profesión; el acontecimiento; la técnica, el medio, la capacidad; la desgracia, lo siniestro, la maldición. En esta acepción el acto, y por lo tanto el hombre, está en la técnica. Por otro lado, ésta no es un medio de realizar un objetivo concebido.
La técnica (waza) está vinculada al cuerpo. El pensamiento y la realización por medio del cuerpo apenas se distinguen y no existe relación de subordinación entre uno y otra. El proceso es en sí mismo un objetivo. La conciencia de la concepción y la del acto no están separadas y están enraizadas en el gesto, es decir, el cuerpo en el sentido pleno del término. La herramienta es una prolongación del cuerpo, sin más.
La realización, al menos en lo que tiene de decisivo, se efectúa en un momento de intuición en el que el cuerpo y la mente se funden. La reflexión lógica no falta, pero está limitada por el modo de realización. Por ejemplo un artesano que fabrica un sable tiene tiempo de pensar, de calcular mientras realiza los trabajos de preparación pero, cuando golpea el acero, su mente debe estar vacía y debe descartar cualquier otro pensamiento. El momento de templar o terminar la hoja requiere una atención decisiva. El artesano debe captar el momento en que es sólo uno con el objeto que fabrica. Asi mismo, en caligrafía, en pintura, en escultura o alfarería destacan instantes decisivos e irreversibles donde el ejecutor es uno con el objeto. Esos instantes están marcado por un tipo de respiración particular. Los esfuerzos del técnico tienden a fundir pensamiento y acción, a existir en tanto que unidad. La técnica divina kami-waza obedece a una fusión perfecta o unidad."
Extraido del libro Miyamoto Musashi de Kenji Tokitsu.
Alguna vez habló Endo sensei sobre esto en un seminario. Es muy importante saber que hacemos cuando hacemos Waza.
ResponderEliminarFantastica entrada Guille!
L.