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El Aikido ¿que creamos o que creemos?



En palabras del fundador del Aikido podemos encontrar el camino de nuestra creación “El aikido es el principio de la no-resistencia.” Morihei Ueshiba.

Un camino que se encuentra lleno de falsos atajos, un camino plagado de baches y un camino que a veces olvidamos que estamos recorriendo, podemos recordar que nuestros antepasados orientales en su inmensa sabiduría daban por asumido que “lo importante no es donde se llega sino el camino que se recorre para hacerlo”.

Si partimos de la base de que el Aikido es un arte marcial, sería conveniente no olvidar durante tantos momentos lo que de esencial tiene un arte, hablo de la combinación de espíritu y conocimiento, ¿qué clase de artista basa su obra en el dominio de una serie de técnicas que no estén impregnadas de la característica propia que le da su “Ser”?. Es fácil adquirir un repertorio técnico con el que sentirnos tentados a engrandecer nuestro propio ego, es fácil que este camino en sí nos lleve hacia una felicidad imaginaria, y ¿por qué imaginaria?, podría preguntar un lector con curiosidad, fácil es responder a esta pregunta con palabras y no tanto con actitudes y comportamientos cotidianos.

¿Por qué hablar de felicidad imaginaria en este contexto?, pues bien, y para responder a la pregunta formulada, indicar que este tipo de felicidad se trata de una felicidad basada en elementos inestables, superfluos y poco duraderos. Una persona feliz no se puede medir por la felicidad provocada solo por factores externos y por ello condicionada por los mismos. No podemos ser felices de manera duradera cuando esta felicidad esté sustentada por el sentimiento de superioridad sobre otros u otras, por la posibilidad que se nos brinda de humillar a otros/as, simplemente no será duradera puesto que siempre encontraremos a alguien superior a nosotros/as en diferentes aspectos, y la infelicidad llenará nuestras vidas. De ser así, nuestro afán de superación nos hará mejorar y conseguiremos superarlo/a, y de nuevo volveremos a encontrarnos a alguien superior, sentimiento que nos llevará a la frustración, la decepción, la tristeza, la envidia..., todos ellos sentimientos incompatibles con la felicidad, esa misma que nos proporcionará la disposición necesaria para crear nuestro camino y no solo imitar el de otros.

Como vemos el/la practicante de Aikido ha decidido recorrer un camino lleno de inesperados obstáculos, conforme avanzamos en él varían su carácter, comienza con un marcado carácter físico, continúan en el aspecto psicológico, en el momento de la dificultad en el aprendizaje, y terminan convirtiéndose en obstáculos de clara tendencia social. En los diferentes momentos en nuestra evolución cada uno de ellos aparecerá en mayor o menor grado, y en nuestra manera de resolverlos se definirá el tipo de artista en el que nos convertiremos.

Por supuesto, no debemos olvidar que la superación personal no debe ser trabajada solo desde el aspecto físico, de hacerlo nuestra práctica resultaría vacía, y lo sería porque la persona que elige un arte marcial y en concreto el Aikido, ha elegido ser artista con la ayuda de otras personas y el respeto hacia las mismas no se puede olvidar en la práctica diaria, convirtiendo la misma en una actividad artística llena de bellos matices, rica en innumerables experiencias y por supuesto impregnada del sabor de compartirla con los demás, objetivos que no conseguiremos exclusivamente siendo más habilidosos/as que los demás.

Existen momentos en que olvidamos elementos tan importantes como puede ser la Honestidad (Makoto) tanto con los demás como con nosotros/as mismos/as, no deberíamos olvidar la diversidad que existe entre los seres vivos, y entre los seres humanos en concreto. Esta diversidad permite una riqueza inigualable en la práctica dado que nuestras diferencias hacen que nuestro “arte” también sea diferente al de otros/as, y no por ello ni mejor ni peor, simplemente diferente.

En ocasiones también perdemos matices en otros elementos como puede ocurrir con el Respeto (Rei), en sentido literal este término hace alusión a la etiqueta, pero quien de nosotros/as tiene claro en que momento empieza y donde termina la etiqueta, ¿no deberíamos de mantener un mínimo de Rei hacia los demás practicantes y no solo hacia aquellos/as que nos superan en habilidad o conocimientos?, ¿no deberíamos de mantenerla hacia aquellas personas que no comparten nuestro “arte”?, ¿y no sería mejor recordarla cuando nuestros sentimientos nos superan?. En el bagaje emocional de todos aparecen sentimientos como la íra, el odio, la envidia, la cólera, la intolerancia o la ignorancia, ¿y no son todos ellos sentimientos que hacen que se pierda el Rei?, yo diría que están directamente relacionados y que nuestra práctica en nuestro “arte” mejoraría sustancialmente en el momento en el que consiguiésemos reconocerlos, dominarlos y orientarlos en un flujo positivo de energía.

Uno de los aspectos de los que nos sentimos muy orgullos algunos practicantes de Aikido es el hecho de la no presencia de competición en el “arte marcial” que hemos elegido disfrutar. Aunque por desgracia este orgullo es inadecuado, y digo esto puesto que no es cierto que no exista competición, lo que realmente deberíamos de puntualizar es que no existe competición institucionalizada y reglada como en otros deportes. Por desgracia la competición impregna nuestra práctica, puesto que convertimos un arte marcial basado en la superación personal de nosotros/as mismos en un arte de superación de otros, desvirtuando una práctica con unos fundamentos llenos de virtuosidad. Si realmente pretendiésemos exclusivamente la superación personal encontraríamos muchos menos obstáculos en nuestro camino y además nos permitiría disfrutar de los maravillosos efectos positivos que provoca el Aikido en nosotros/as en toda su plenitud. Esta es bajo mi opinión, y tratando de no ser demasiado presuntuoso,  la primera “no resistencia” a la que debemos enfrentarnos, evitando mostrar resistencia hacia nosotros/as mismos/as y de este modo estar preparados para conseguir la “no resistencia con los demás.

Cual es el camino a seguir, si lo pudiésemos expresar con palabras no sería el verdadero camino, cada uno debemos de encontrar el nuestro propio y recordar que en todo caso será el adecuado, siempre y cuando no invadamos de manera inapropiada el camino de los demás.

GUILLERMO BALDERAS INFANTES

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