Takuan Sôhô 1573-1645, nació en la aldea de Izushi provincia deTajima. Sus escritos Zen aplicados al Arte de la esgrima han sido extraordinariamente influyentes, teniendo repercusión en personajes de la talla de Yagyu Munenori y Miyamoto Musashi.
Takuan puede ser considerado como uno de los grandes escritores influyentes en la estrategia y el pensamiento de los samuráis, comparable a Sun Tzu, Mencius o Confucio.
Enseñó y demostró la importancia de la actitud del individuo durante el combate y presentó al Zen como la herramienta ideal para lograr la actitud correcta. El no-pensamiento -Mushin del Zen-, nos ayuda a lograr esta actitud y nos libera de las ataduras del espíritu apegado a los malos pensamientos, a las pasiones y a los hábitos mundanos, que al ser vencidos, nos sitúan en la vía de poder vencer a nuestro mayor enemigo.
Takuan puede ser considerado como uno de los grandes escritores influyentes en la estrategia y el pensamiento de los samuráis, comparable a Sun Tzu, Mencius o Confucio.
Enseñó y demostró la importancia de la actitud del individuo durante el combate y presentó al Zen como la herramienta ideal para lograr la actitud correcta. El no-pensamiento -Mushin del Zen-, nos ayuda a lograr esta actitud y nos libera de las ataduras del espíritu apegado a los malos pensamientos, a las pasiones y a los hábitos mundanos, que al ser vencidos, nos sitúan en la vía de poder vencer a nuestro mayor enemigo.
Nuestro mayor enemigo es el que se sitúa en nuestro interior, -el ego-, por ello, el oponente es tan solo un ejemplo de nosotros mismos, un ejemplo de nuestras limitaciones y apegos, que debemos superar. Si superamos nuestras limitaciones y apegos, vencemos a nuestro enemigo y por lo tanto, al oponente que se sitúa frente a nosotros.
La mente de la mente existente
la mente de la mente no existente
La mente existente es la equivalente a la mente confusa, a la que literalmente, se la considera como una “mente que no existe”. Es la mente que piensa en una dirección, con independencia del asunto que sea. Cuando hay un objeto de pensamiento en la mente, la discriminación y los pensamientos surgirán. Por eso se la conoce como “mente existente”.
La no mente, es la equivalente a la mente recta. No se inmoviliza, ni se fija en lugar alguno. Se la llama no mente, cuando la mente no hace discriminaciones, ni tiene pensamientos, pero vaga por todo el cuerpo y se difunde por todo el ser.
La no mente no puede ser colocada en ningún lado, no es como la madera o la piedra. Donde no hay un lugar donde se pueda detener, se la llama la no mente.
También es llamada: “no mente, no pensamiento”
Cuando esta mente ha sido bien adiestrada, no se detiene con nada, ni falla en nada. Existe en si misma y se desborda como el agua. Surge de la forma adecuada en el momento necesario.
La mente que se vuelve fija y se detiene en un determinado lugar, no funciona libremente. Del mismo modo, que las ruedas de un carro giran sin detenerse, porque no están sujetas de una forma rígida, la mente, no funciona cuando se ve ligada a una sola situación.
Si hay algún pensamiento en la mente, aunque se oigan las palabras dichas, será imposible entenderlas. Esto ocurre, porque la mente se detiene en sus propios pensamientos. Si la mente se inclina en la dirección de estos pensamientos, aunque se oiga, no se entenderá y aunque se mire, nada se verá.
Esto ocurre, porque existe algo en la mente y lo que existe en la mente es el pensamiento. Si fuera posible, sacar lo que existe en ella, la mente se volverá no mente y actuaría cuando fuese necesario y su uso sería el apropiado. La mente que piense en sacar de ella, lo que en ella se encuentra, los pensamientos, estará ocupada con esta propia acción. Si no lo piensa, ella misma sacará de si esos pensamientos y por si misma se convertirá en no mente.
Si siempre utilizamos así la mente, posteriormente ella misma asumirá la condición adecuada, sola, por si misma. Pero si intentamos alcanzar este estado de repente, nunca lo conseguiremos.
Hay un antiguo poema que dice:
“Pensar que no pensaré, es tener algo en el pensamiento. Simplemente, nunca, de ninguna forma, no pienses, en no pensar”.
En la práctica del budismo, se suele decir que hay cincuenta y dos estados y en estos cincuenta y dos, el lugar donde la mente se detiene es denominado “lugar de permanencia”. Permanencia significa parada y parar significa que la mente se detenga por algún motivo.
Hablando en términos de arte marcial, cuando percibes en un principio la espada que se mueve para golpearte, se piensa en contener a esa espada, tal y como se encuentra; tu mente se parará en la espada en esa posición exacta, tus movimientos serán anulados y tú serás abatido por tu oponente. Éste es el significado de “parar”.
Pero si ves la espada que se mueve para golpear y tu mente no se detiene por ella, encuentras y acompañas el ritmo de la espada que avanza y no piensas en golpear a tu oponente, ni ningún pensamiento o juicio te invade; entonces, si en el instante en que ves la espada, tu mente no se detiene ni por un instante y avanzas con determinación y le arrancas la espada al oponente; entonces, la espada del otro, ahora pasará a ser tuya y se convertirá, por el contrario, en la espada que abatirá a tu oponente.
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Ya sea a través del golpe del enemigo o de tu propia envestida, a través del hombre que ataca o de la espada que golpea, a través de la posición o del ritmo; si tu mente se ve de alguna forma distraída, tus acciones fracasarán, pudiendo esto significar que seas abatido.
No debes de concentrar la mente en tu interior. Fijar la mente en el cuerpo es algo que se hace sólo al principio de la práctica, cuando se es un principiante.
Si te colocas frente a tu oponente, tu mente será dominada por él.
Si concentras tu mente en el ritmo del combate, también de esa forma la mente puede ser dominada.
Si concentras la mente en tu propia espada, la mente, también puede ser dominada por tu propia espada.
Si tu mente se para en alguno de esos puntos, serás una concha vacía.
Seguro que te acuerdas de estas situaciones. En el budismo se le llama “ilusión” a esta parada de la mente. Por eso decimos: “La aflicción de permanecer en la ilusión”.
Si estas frente a un árbol y miras hacia una sola de sus hojas rojas, no verás las demás. Pero si tu mirar no se centra en una sola hoja y te fijas en el árbol con la mente vacía, cualquier número de hojas se vuelve visible para ti, sin límite alguno.
Takuan Soho,
El Registro Misterioso de la Sabiduría Inmovil