En el acontecer de los días, ya sea en la noche, en la mañana, en el silencio del ocaso o en resurgir de cada amanecer, la vida te requiere, te sonríe y te reclama; entonces ¿por qué golpearla?, ¿hasta cuándo vas a seguir perdiendo el tiempo buscando fuera a tu adversario?
La vida te contempla con paciencia infinita, no es ella quien te golpea, sino tu miedo y tu soberbia. Que tu armadura sea tu humildad, el respeto, la comprensión, el amor, la sabiduría y el poder, y que tu espada sea la Verdad.
Por eso te digo: cuando por fin entiendes que el Propósito es luchar para la vida y no para la muerte, esa lucha contra la vida se convierte en un baile en el que te fundes con ella y te muestra con Amor Incondicional por qué caíste tantas veces, y lo hará sin juzgarte.
Y así, cuando sientas ese baile con la vida, te fundas con ella, moviéndote armónico al ritmo de la música que te marca el Universo, sintonizando con lo que realmente eres, ahí y solo ahí es cuando empieza ese arte de la más pura luz en movimiento que es el Aikido.