Practicamos Budo en el formato ataque y defensa con un compañero. Por consiguiente, tendemos a preocuparnos por derrotar al compañero, desarrollando malos hábitos y usando demasiada fuerza. En prácticas tales como el kenjutsu, en las cuales usamos armas, hay un conocimiento básico de que incluso en toque corta. Sin la postura correcta y la distancia, el arma no puede usarse de forma efectiva. Además como el uso del arma con una actitud pobre pone en peligro al propio practicante, la práctica se conduce con seriedad y atentamente.
Aunque hay demanda de seriedad y atención en arte cuerpo a cuerpo también la distancia se cierra y hay contacto directo con el compañero, lo que da como resultado que ambos, el cuerpo y los sentidos, lleguen a estar rígidos instintivamente. Cuando uno trata de derrotar al compañero, se hace necesario infligir un daño considerable para lo que debemos causar una postura de sufrimiento y uno usa demasiada fuerza y desarrollamos malos hábitos. Consecuentemente la seriedad y la atención se pierden y el movimiento llega a ser indolente y temerario.
Para evitar tales progresos, es necesario desconfiar de preocuparnos con que las técnicas sean o no efectivas, y primero simplemente repetir las formas, de ambas formas, tori y uke, correctamente. Es simultáneamente crucial cuidarse de observar el uso de nuestro cuerpo y el estado de nuestro corazón/mente, y la relación entre los dos durante cada técnica. Uno debe tener presente tomarse el tiempo necesario para asimilar todas las técnicas que envuelven de pequeños movimientos de brazos y piernas, a movimientos más largos y simples, de tal forma que la fuerza no sea usada en exceso.
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