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La Muerte A Tus Pies





Es curioso como la vida nos sorprende. Hasta hace poco más de un mes la vida era tranquila para la mayoría de nosotros, todos nos desplazábamos, nos relacionabamos con normalidad y de repente todo ha cambiado.

La vida nos ofrece incontables oportunidades de evolucionar, de crecer y la mayoría de las veces lo hace desde el amor, desde la oportunidad de hacerlo sin sufrimiento y sin dolor. Pero nuestra falta de escucha nos lleva a negar lo evidente, nos falta valor suficiente para afrontar los cambios necesarios y entonces la vida nos golpea para que reaccionemos.

Vivimos en una sociedad donde, en nuestra parte del planeta, no nos falta de nada, la mayoría de la ciudadanía tiene todo lo que necesita para vivir, y vivir bien. Pero nos pasamos la vida no valorando suficientemente lo que tenemos, no nos damos cuenta que tenemos más que suficiente para ser felices, y aún así dejamos escapar nuestra felicidad entre nuestras manos.

Si analizamos detenidamente la situación actual y creamos un paralelismo con la alimentación podemos observar que se repite la historia. Podemos observar que en nuestra sociedad poseemos los alimentos suficientes para estar bien alimentados y sin embargo gente con sobrepeso tiene anemia, falta de nutrientes básicos para la vida, exceso de otros que no son imprescindibles. Del mismo modo siempre andamos quejándonos del poco tiempo que tenemos para nosotros, por el trabajo, por la familia, por los compromisos creados, y sin embargo ahora que poseemos todo el tiempo del mundo seguimos desnutridos, seguimos sin tener los nutrientes básicos para nosotros mismos. Ahora nos quejamos de tener demasiado tiempo y nos lamentamos por tenerlo.

En la práctica del Aikido se busca el descubrimiento de nosotros mismos por encima de todas las cosas, buscamos descubrir qué nos sobra, para poder expresarnos a nosotros mismos. Cuando veo a un maestro practicando descubro que no es lo que sabe sino que es aquello que no sobra en su práctica lo que le aporta esa maestría. No existe nada de más, no hay nada de menos, se expresa desde lo más profundo de su corazón y es entonces cuando aparece ese maestro que lleva dentro.

Es justo en momentos como el actual, aunque deberíamos plantearnos si no sería conveniente que fuese en cada momento, donde poseemos el tiempo suficiente para trabajar eso, la conexión con nuestro corazón más profundo, descubrirnos como ese gran maestro que todos tenemos dentro y desarrollar la capacidad que este maestro gobierne cada gesto, cada palabra, cada pensamiento y sentimiento. Es un grandísimo momento para crecer desde dentro y no desde fuera, desde el corazón y no desde el intelecto.

En mi opinión, los momentos de dificultad lo que nos traen son aprendizajes, y en muchos casos no somos conscientes de que se están produciendo hasta que ya quedan impresos en nuestros corazones. Permitamos que esos aprendizajes se produzcan, demos luz a nuestros corazones para que lo que la situación actual nos ofrece, dé lugar a un crecimiento personal y no solo a un lamento. Qué me incomoda, qué me hace estar molesto, esas preguntas nos llevarán al descubrimiento de que es lo que me sobra, que le sobra a mi ser para poder expresarse a sí mismo y poder ser quien verdaderamente es. La incomodidad nace en la mente y se extiende por todo nuestro ser, hagamos que esa incomodidad revele su fuente, de dónde nace, por qué se produce, qué puedo hacer para que desaparezca y tener la valentía de hacer lo que haya que hacer para generar el cambio.

El problema aparace cuando el cambio requiere que la muerte llegue a nosotros, que debamos desprendernos de aspectos, de comportamientos, de pensamientos que hasta ahora nos habían acompañado. Abandonarse al vacío de lo desconocido requiere mucho valor y la valentía se hace indispensable para el cambio.

Pero esto es una práctica que para un aikidoka debería convertirse en habitual, si somos incapaces de desprendernos de lo que ya somos, si somos incapaces de entregarnos al vacío de lo desconocido, no podremos seguir creciendo, no podremos incorporar nuevos aprendizajes pues seguiremos reproduciendo lo que ya somos. La auto-observación es una virtud a desarrollar en el aikidoka, observarse a uno mismo sin miedo a descubrir que hay aspectos a cambiar, que lo que somos hoy era adecuado hasta este momento, pero que podemos cambiar para evolucionar. No temer el cambio y aceptar lo que nos llegue como es y no como nos gustaría que hubiese sido. En la practica cotidiana esta amenaza la representa uke, pero si somos incapaces de hacer esto cuando la amenaza somos nosotros mismos, solo podremos aprender de forma superficial como resolver cada situación y solo será útil para situaciones previamente experimentadas, pero probablemente no estemos nunca preparados para afrontar situaciones desconocidas.

Quien no está preparado para morir, jamás estará preparado para vivir. Morid durante un momento para vivir eternamente.

Guillermo Balderas