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Meditación en Acción


A continuación presento un texto que he encontrado y que describe de un modo muy aproximado el tipo de mente que se busca en la práctica de un arte marcial, en este caso el Aikido, y que igual que a mí, a otros les puede servir de referencia para iniciar una búsqueda de la misma.





La meditación en la acción es el silencio profundo de la consciencia. Es lo que en el Taoísmo se llama wu wei (no acción): hacer sin hacer. Hacemos sin hacer cuando no es nuestro "yo" el que hace. Por ejemplo: vamos por la calle y de pronto vemos a alguien que está a punto de caerse, nos lanzamos y le ayudamos para que no se caiga. Se trata de un acto impensado, espontáneo. En este caso hemos hecho, pero no ha sido nuestro "yo" personal el que ha decidido hacer eso. Ha sido la situación que nos lo ha exigido. Igual que en otro momento saltaremos para evitar un peligro, o nos apartaremos frente a un vehículo. En nosotros existe una inteligencia que nos hace vivir.
Es esta realidad profunda que se expresa a través de cada cosa que existe, por lo tanto a través de nuestro cuerpo, de nuestra inteligencia, a través de todo.

Pero, dentro de ese funcionamiento inteligentemente automático, aparece la idea de sentirnos los autores, los poseedores, los dueños de muchas de las cosas que nos ocurren en el vivir. Nos viene una idea luminosa, y de inmediato nos posesionamos de ella y decimos ¡qué inteligente que soy! ¡Qué importante que soy, que he conseguido esto! Pues bien, esta función del "yo" personal, que está actuando siempre en nuestra vida diaria, es la que debemos aprender a silenciar. Es decir, que debemos vivir muy despiertos/as muy presentes, en toda situación pero con un silencio completo de nuestra mente.

Entonces descubriremos que la vida sigue exactamente igual, que podemos seguir haciendo las mismas cosas que nos son pedidas a cada momento, por estímulos externos o internos, pero sin necesidad de atribuírnoslo a nosotros mismos, sin necesidad de juicios o comparación. Es un aprender a vivir en el silencio, en el silencio de nuestra mente,de nuestro "yo". Esta es la forma de aplicar la meditación y el silencio a nuestra vida activa. Cuando lo hacemos así descubrimos que estamos en movimiento en la medida en que hay movimiento; cuando éste deja de existir, porque se ha completado la acción, permanece en nosotros una quietud total, lúcida. Y, tanto en el movimiento como en su cese, en nosotros persiste una conciencia profunda de paz, de fuerza, de silencio, de presencia de Dios.

Es cuando nuestra mente está constantemente pensando al servicio de nuestro ego cuando no nos enteramos de nada de estas cosas. Pero cuando aprendemos a vivir presentes, con la mente en silencio, descubrimos permanentemente esta presencia detrás de todo. Y la acción no es obstáculo para vivir esta presencia, porque vivimos esta misma acción como expresión de la presencia, es un modo activo de la presencia. Esto es realmente vivir en meditación y en silencio, vivir en plenitud. El silencio y la plenitud son sinónimos, porque tanto uno como otra implican no apoyarse en aspectos, modos o formas de la realidad: La plenitud es un concepto que implica todas.

La característica de este vivir en silencio es que la acción es siempre nueva, espontánea. Porque no se apoya mecánicamente en el precedente, en la memoria. Es cuando mejor surgen las cosas, tanto las de nivel físico como las intelectuales. Los que practican judo, en sus niveles superiores, explican a veces cómo, en el momento en que viven la lucha en este estado interior, (que es el verdadero objetivo del Judo) ocurre algo totalmente inexplicable desde el punto de vista técnico: que se producen entonces las llaves y contrallaves más extraordinarias, algo totalmente irreproducible a voluntad. Es la genialidad, porque la acción está en ese momento dirigida por la inteligencia más grande y más creativa. Y esto ocurre en todos los aspectos de la vida.

Pero al mismo tiempo que hay esa extraordinaria eficacia, cuando la acción se termina, lo hace en todos los aspectos. Queda entonces en nosotros el silencio interior y el estado de meditación. La acción no deja residuo. En cada instante, cada acción es algo completo en sí misma. No nos quedamos pensando en lo que hemos hecho o lo que hemos dejado de hacer. No hay aquí ese eco de cosa inacabada, que es lo normal que ocurra en nuestro modo de vivir. Cada instante es una situación plena, completa, y lo es tanto en el momento de hacer como en el silencio o vacío que sigue a continuación.

Las palabras son muy pobres para describir este modo de vida, y cada uno/a debe descubrirlo por si mismo/a. Pero, de hecho, este es el paso más elevado que existe dentro de nuestra experiencia actual sobre los niveles de creatividad o capacidad transformante que existe en nosotros.

1 comentario:

  1. Magnífica y muy clara forma de explicarlo.
    Gracias Guille por compartirlo, un abrazaco.
    Luis

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